– La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida –
Por: José Daniel Espinoza Hernández.
¡Yasmin, pues vamos dándole¡, le indique a la enfermera de la clínica (que luego paso a ser mi mejor amiga y mi segunda madre), mi clínica a partir de ese momento y por 1 año entero. Era mi primer día de consulta en mi unidad de medicina rural a la cual había llegado para efectuar y desarrollar mi servicio social de medicina, en otras palabras, hacerse médico de verdad. Llegué a la Colonia Álvaro Obregón, Chihuahua, mejor conocida como Colonia Rubio, corría el año de 1999, arribé procedente de ciudad Juárez, donde efectué mis estudios de medicina y el Internado de pregrado; debía completar ese año para ahora si recibir mi título de Médico.
¡Claro Doctor Espinoza!, ya estamos listos, está llena la sala de espera, pero no se emocione, le seré sincera, cada año sucede lo mismo – comentó Yasmín- vienen a conocer al nuevo pasante. Pues para luego es tarde, ¡páseme al primero!, le indique. Pero a seguir y con su voz pícara se acercó y me dijo, las primeras son dos religiosas del convento que está a las afueras de Rubio, siempre vienen a solicitar apoyo médico. Pues páselas, le dije.
Eran dos religiosas con su atuendo clásico, color beige con café oscuro, algo jóvenes aún, pero no tanto como yo, así que, tratando de demostrar madures e interés, les ofrecí mis servicios. Mire Doctor, no es común que acudamos a solicitar apoyo, pero nos gusta venir a conocer al pasante para que, en caso necesario, no desconozca el objetivo; solo es por si necesitamos apoyo con algún paciente de muy bajos recursos. Posterior a comentarles que contarán conmigo, me cuestionaron que, si era yo era de la región, casado, hijos etc. Gestamos una platica amena. Mi replica llegó y una de ellas me dijo que era de Zacatecas; argumente que mi madre es de Fresnillo, ella me dijo, no, yo soy de Tierra Blanca, a seguir, comenté: ¡oh, de donde es el maestro Galindo! Ándele, me contestó; siendo honestos, me sorprendió que una religiosa supiera de futbol, y más, conociera el apodo de Benjamín Galindo. ¿si lo conoce? Le cuestioné, claro que lo conozco, es mi hermano. Para ser honestos, ya viéndola bien, hagan de cuenta la cara de Benjamín en un atuendo de religiosa. Tere Galindo, no se olvide de nosotras, me comentó. Solo una vez más nos vimos, pero nunca imagine que eso me daría tema de conversación.
Benjamín Galindo Marentes, nacido el 11 de diciembre de 1960 fue un futbolista y director técnico mexicano. Conocido como “El Maestro” por la maestría que demostraba al golpear el balón dándole una colocación privilegiada con ambas piernas, lo cual era muy distintivo de él, dado que los porteros no sabían con cual pierna tiraría el penal, lo que lo hacía un excelso anotador de penales, también poseía una gran técnica que lo caracterizaba como uno de los mejores centrocampistas; con la selección de fútbol de México participó en el Mundial de 1994, así como en las eliminatorias hacia Francia 1998. Para ese 1999 en el que conocí a Tere, su hermana, fue fichado por el Pachuca, logrando el primer título de la historia de este club en el Torneo Invierno 1999, y así se convirtió en el primer futbolista en coronarse en cuatro equipos distintos en la Primera División de México. Se retiro de las canchas jugando para las chivas de Guadalajara en el año 2001.
Ese año de servicio social aprendí no solo a ser médico, sino a madurar la profesión y saber que somos privilegiados, aprendí de la humildad de las personas, de la importancia de la vida sencilla, de siempre ser el mismo con toda la gente sin importar el estatus y/o el nivel educativo; verdaderamente fue el año en que aprendí y me hice médico.
Cuatro años más tarde, 2003 para ser exactos, me encontraba en mi tercer año de especialidad de cirugía general, especialidad que debía cursar, y que disfruté y aproveché mucho, para poder migrar a la subespecialidad, cirugía cardiovascular. Me encontraba en Guadalajara, Jalisco, en el Centro Médico de Especialidades de Occidente, del IMSS. Esos años, ya casado y con mis dos primeros hijos pequeños; Mariana llegando a 4 años y Dany a 2 años. EL sueldo era limítrofe, vivíamos bien, pero sin lujos, los fines de semana libres salíamos a caminar a las plazas comerciales; solo nieves de 5 pesos, pero el mayor placer de Mariana era subir y bajar, infinidad de veces, las escaleras eléctricas. Ese domingo en la Gran Plaza, no era la excepción, me quedaba yo con la carriola cuidando a Dany y Mariana sube y baja con su mamá. Como en la 3ª o 4ª ocasión en el momento que, de arriba me gritaba la niña mientras movía su manita para saludar: ¡Papa!, veo bajar a Benjamín Galindo de la mano de su hijo pequeño; la emoción me ganó y me acerqué al final de la escalera y al llegar él y su hijo a ese nivel, inmediatamente le dije: Sr. Galindo, ¿me permite una fotografía? Volteó y amablemente me dijo: Claro, más acá para no obstruir a la gente.
Podremos esperar a que baje mi hija y esposa, le cuestione mientras les hacía señas de que bajaran ya. Con gusto, aquí las esperamos.
Yo conozco a su hermana, sigilosamente y para matar esos segundos de espera, le dije de manera segura. ¿Ah sí? ¿a cuál de ellas? fue su comentario a seguir. A Tere, allá en Rubio, y a la par dijimos: ¡Chihuahua ¡. Le conté la historia y me dijo que él había ido a Rubio dos años atrás, a seguir, sacó él a Dany de la carriola y lo cargo para la fotografía.
En mayo de 2020, aficionados y el circulo futbolístico de México experimentó un sobresalto ante la noticia que implicaba la salud de uno de los ídolos del balompié azteca: Benjamín Galindo fue ingresado de urgencia en un hospital de Guadalajara.
En un principio la información no era clara y se vivieron algunas horas de incertidumbre ante la falta de información oficial sobre los motivos que llevaron a ‘El Maestro’ Galindo, de 60 años, a ser hospitalizado de emergencia. Benjamín Galindo se desempeñaba como asistente de Matías Almeyda en San José Earthquakes en la MLS. El Maestro se sintió mal y afortunadamente fue atendido a tiempo por sufrir un derrame cerebral que lo llevó a someterse a una cirugía de emergencia para salvarle la vida.
Han sido grandes satisfacciones que me ha dejado la medicina y no solo por el tener la oportunidad de ayudar al paciente enfermo, sino por la oportunidad de andar en diversos lugares y conocer gente sencilla, humilde y sincera, como Yasmín o como la madre Tere y su hermano, el maestro.
Solo una vez se muere, así que vivamos la vida al máximo.






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