Ricardo Urquidi
A Vichy
El que puso la vara muy alta
En su nueva disciplina Roberto y Thomas ganaron todo, se enfrentaban en las finales de todos los torneos, en dobles masculino lo mismo, campeones, en su primer año fue tal su éxito que los inscribieron en el Torneo Juvenil de Wimbledon, Inglaterra, Thomas perdió en octavos y Roberto en cuartos, en dobles ganaron, su fama en los círculos tenísticos mundiales comenzó a florecer, las marcas deportivas ofrecían jugosos contratos a cambio de portar sus productos, entrevistas para canales especializados, todo lejos del terruño, en México poco se publicaba del parralense, por el momento no lo ubicaban como mexicano, como chihuahuense, como parralense.
En Parral Alejandra su Madre en la sobremesa destacaba los logros de su hijo, Ximena recién casada con un bebe en los brazos festejaba al igual que Sabrina y su cuñado Pablo Miguel, Carmela la mucama, orgullosa a la distancia escuchaba todo, el circulo de ellos estaba libre de Cipriano que se alejaba de la televisión, de los comentarios, de las llamadas de su hijo, que había despreciado compartir su sueño de ver a su hijo, jugar en las Ligas Mayores.
Ya con dos años en torneos universitarios en Estados Unidos Thomas y Roberto en dobles eran invencibles, en singles Roberto dominaba a Thomas, al incursionar en torneos europeos, el nivel subía de manera significativa, el estadounidense perdía en cuartos o semifinales, Roberto ganaba una final y perdía otra, su ranking en la unión americana era el número uno, a nivel mundial el quinto, agentes deportivos lo invitaban a dejar el tenis colegial, incursionar en el profesionalismo, el entrenador de Fullerton, lo detenía, le aconsejaba ir más despacio, terminar su etapa universitaria y saltar al profesionalismo.
Roberto le hizo caso, al comenzar su último año de estudios profesionales, en vacaciones sin descuidar su futuro título universitario de Ingeniero Civil, participo en torneos profesionales, Thomas no quiso seguir el mismo camino, tal vez porque consideraba que no estaba al mismo nivel que el parralense, Roberto solo gano uno sin figuras de la elite mundial, al graduarse Cipriano no acudió, solo su Madre, hermanas y cuñado, en la soledad lloro la ausencia de su Padre, las distancias estaban marcadas, la sangre no.
Al dedicarse de lleno al Tenis, Roberto se inscribió en los torneos de la Asociación de Tenistas Profesionales, contrato un entrenador afín a sus ideas, acepto solo patrocinios de marcas deportivas modestos con la condición de caducidad de un año, estaba más que seguro de su futuro y sus metas, al ser un prospecto del tenis, luego vendrían mejores contratos.
En el abierto de Australia a sus 22 años, Roberto llega a cuartos, pierde ante el número uno del mundo, en Roma en cancha de arcilla, paga el noviciado en una superficie que solo los grandes dominan, es eliminado en la primera ronda, en Roland Garros en Paris aprende la lección y es eliminado en la tercera ronda, en Wimbledon, pierde en octavos, en el Abierto de Estados Unidos, llega a las semifinales y el boom de su figura en los medios, crece, los norteamericanos creen que es uno de ellos por su excelente acento del idioma inglés, en una entrevista por primera vez, Roberto dice: “Nací en Parral, la capital del mundo”.
Su primer año en el circuito profesional le deja un grato sabor de boca, hacia su interior, asimila que las metas que se ha trazado, son viables, no están lejos de sus aptitudes y habilidades en el deporte blanco, por primera vez en su carrera como deportista en el extranjero, los medios nacionales lo buscan, quieren entrevistas, Roberto gustoso las da, está contento por el momento que vive y quiere compartirlo, en Parral en su casa, Alejandra invita a Cipriano: “Ven, mira Roberto lo están entrevistando desde Nueva York”, con recelo a cinco metros de distancia del televisor, el Padre si mostrar alguna expresión, ve la trasmisión y se retira sin decir una sola palabra.
Después de cinco años Roberto decide hacer un espacio luego de Nueva York y sin pensarlo va a Parral, sin previo aviso, quiere tomar de sorpresa a la familia, le abre su Padre que al verlo grita: “Alejandra te hablan”, y se retira, Roberto sin notarlo siente una lagrima rodar, al ver a su Madre se olvida de todo, Sabrina aquí esta Roberto, ven… los tres se abrazan, se les une Carmela, gritan de gusto, para irse a la cocina continuar la plática, el reencuentro, le hablan a Ximena, en minutos llega con su hijo Pablo y su esposo Pablo Miguel, por primera vez se conocen, por primera vez tiene en sus brazos a su sobrino, lloran hasta que llega la madrugada, solo hay una ausencia: Cipriano.
Luego de una semana de evitarse mutuamente, Roberto disfruta de Parral, aquí no hay problema, pocos se acuerdan de él, pasa inadvertido, la mayoría de los parralenses al verlo en las calles no saben que tienen enfrente al número ocho del mundo, de un deporte poco conocido en Parral, en una tarde va a la casa de Manolo, su entrenador, aquel que le trasmitió lo elemental del rey de los deportes, platican largo y tendido, se pone al tanto de los logros de los Mineros de Parral en los últimos años, le da a conocer los nombres de sus compañeros de generación que ya juegan Estatal, para simplemente los dos evocar épocas lejanas que se fueron en la burbuja del tiempo.
Al regreso en el auto de Sabrina, en la calle divisa una figura: Nadia, Nani para los amigos, es su amor platónico, aquella niña, dama que al verla en la escuela quería correr a verla, a expresarle sus sentimientos, a iniciar un noviazgo, pero la disciplina de su Padre lo detenía, sabía que no iba tener tiempo, los planes en su vida eran otros; La ve, quiere decirle a Sabrina, que se pare, bajarse y platicar con ella, pero se detiene, ahora no es su Padre quien lo detiene, es el tenis, su segunda pasión, su vida, su futuro, la que por segunda ocasión le impide ir tras de Nani, su hermana que es muy mal hablada, lo rescata: “Despierta cabron, estas en Parral, que no me oyes?”, Roberto reacciona, “Que paso?”, “Que si vas a querer dulces de la gota de miel?”.
En su segundo año como profesional, Roberto se consolida como el número dos, gana cinco torneos del circuito, en Australia pierde la semifinal, en Roma llega a cuartos, en Francia vuelve a quedarse en cuartos, en Wimbledon pierde la final, en Estados Unidos gana su primer Grand Slam, ya es una figura mundial del tenis, le llegan contratos, ahora si tiene control absoluto en monto y en condiciones, su academia en la universidad, lo llevan además de formar su intelecto, a no ser manipulado por la fama, por la avaricia, solo hay dos detalles que no cuadran en su vida: Su Padre y una compañera… Nani sin saberlo ocupa gran parte de sus pensamientos.
En diciembre vuelve a Parral, ahora si lo anuncia, alguien tiene que hacer algo para limar asperezas, ahora regresa como los grandes, un sequito de colaboradores, quiere acompañarlo, pero les advierte que es una cena familiar, que no los va a invitar, en avión privado llega al aeropuerto del Valle, la marca Nike se lo proporciono, Pablo su cuñado va por él, Roberto quiere pasar inadvertido, ha rechazado invitaciones de autoridades federales, de acudir a la Ciudad de México a entrevistas, pero las rechaza, quiere ir a rescatar lo perdido, quiere a la familia alrededor de la magia de la navidad, quiere por momentos ser mortal otra vez; Al llegar a la casa de toda su vida, el árbol, los decorativos navideños, le dan una armonía a la familia, un cobijo espiritual, no hay mejor marco para que su Padre y el lloren hasta el cansancio.
Al encontrarse se saludan fríamente, su Madre, sin que Roberto este enterado, ha platicado con su Padre, convenciéndolo que debe acercarse a su hijo, que su sueño ya está cumplido, su hijo es miembro de la elite mundial, solo privilegiados como Roberto destacan a ese nivel, ¡sea cual sea la disciplina, que no es el béisbol, que importa!, ahí está la meta, ahí está la cosecha sobre un hijo que en el exilio, solo se abrió paso y ahora es el número dos, renegando Cipriano acepta la reconciliación.
Al momento del brindis la matriarca de la familia, quiere preparar el camino, la reconciliación: “Hoy con toda la familia, me siento plena, me siento feliz, Roberto está aquí, después de navegar, de ir tras de su sueño, el camino no importa, si tienes el carácter para lograrlo, estoy feliz porque aquí está mi nieto Pablo, feliz de ver a Ximena con Pablo Miguel a su lado, feliz de ver a Sabrina, siempre inquieta, de ver a mi esposo, a nuestra compañera de toda la vida: Carmela, de sentarnos todos juntos y brindar, no por los éxitos, brindar por la salud de todos nosotros”, Cipriano no dice nada, con un gesto invita a todos a comenzar a cenar.
Con intención manipuladora, Sabrina reparte todos los regalos para dejar al último los que trajo Roberto, todos con asombro abren su regalo, mas no Cipriano, que al ver el jersey autografiado de Derek Jeter, en un acto de frustración, más que de rechazo, al verlo, ruedan sus lágrimas y se lo avienta Roberto, para luego marcharse, todos quedan desconcertados, no saben qué hacer, la noche se quebró, no hay palabras, más que la de Sabrina: “Es un imbécil”, una voz femenina la para en seco: “Sabrina, jamás, jamás te vuelvas a expresar así de tu Padre!”.
Al otro día con un desconsuelo difícil de abatir, habla al piloto, para que esté listo, el regreso se adelanta, su Madre al conocer la noticia no deja de llorar, sus hermanas también, Carmela lo abraza, quisiera retenerlo en el tiempo, pero ya no es el niño que años atrás cuidaba, su Padre reina por su ausencia, estar en la casa por más tiempo, no es viable solo tiene un pendiente, va con Manolo, con la ayuda de su cuñado Pablo Miguel, le entrega uniformes de béisbol, spikes, gorras, guantes, arreos, todo lo que Nike le dio para repartirlos entre los niños de Parral, su antiguo entrenador no digiere la cantidad de equipo y material deportivo que tiene enfrente, solo atina a abrazar a Roberto y agradecerle todo.
En el aeropuerto del Valle están todos para despedirlo, Roberto les promete enviar el avión para que en un futuro, vayan a un torneo, compartir su vida, de alguien se tiene que colgar para que sus triunfos no sean huecos, tengan un destinatario, así se marcha, sobre los cielos, solo con la compañía de la tripulación, agarra las botellas de tequila, de whisky hasta consumirlas, completamente llega inconsciente a Nueva York, sus asistentes lo llevan al hotel, Roberto se ha puesto la primera borrachera de su vida.
Después de la cruda, ahora hay un nuevo Roberto, más fuerte, más duro, la experiencia familiar le ha dejado solo un camino, ser el mejor del mundo a costa de su Padre, así lo hace, en su tercer año gana Australia, Wimbledon y Estados Unidos, pero pierde las finales de Roma y Paris, no logra dominar la arcilla, es más dura que sus rivales.
En Noviembre en el último torneo del año, en cancha dura, manda el avión a Parral, todos, menos su Padre, se van a acompañarlo al torneo a la Ciudad Luz, en las gradas, faltando a las reglas no escritas del tenis, oye unas voces muy familiares que interrumpen el partido: “¡Vamos México, Vamos Parral!, por primera vez su familia lo ve jugar, se siente pleno, se siente incompleto, hay alguien más que debe estar ahí, luego de que, por primera vez, Roberto es el número uno del mundo.






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