Ricardo Urquidi

A Vichy

El que puso la vara muy alta

Quinta de no sé cuántas…

El Parque Once de Julio esta al cincuenta por ciento de su capacidad, Manolo ha presentado al manager al ilustre número uno del tenis del ranking mundial: Roberto, a Kaye, que se siente en otro planeta, no es ubica en el vetusto estadio de parque de pelota, siente que está en una dimensión desconocida, “Que estamos haciendo aquí?”, se pregunta una y otra vez, analiza el terreno de juego, piensa que hay un noventa y nueve por ciento de posibilidades de que su tenista se lesione, así se lo dice, Roberto nomas sonríe, si supiera en que campos jugaba cuando era niño, antes de iniciar el partido, ya con su uniforme, Roberto Sale a calentar por el jardín derecho, “Y el montículo?”, pregunta Kaye, “Aquí no hay”, riéndose Roberto pide una pelota.

Va contra el líder de la liga, la Sección Once, reconoce a varios peloteros que jugaron con él, va y los saluda, todo mundo lo ve como un bicho raro, Manolo le dice que el equipo prácticamente es una selección de los Mineros de Parral, el suave viento de la sierra de Los Azules le golpea la cara, el ampáyer grita el play ball, dirigiéndose al firmamento con el dedo, Roberto le dedica el partido a su Padre.

Pasan los rivales por la caja de bateo y se van acumulando, los ponches, las rolas inofensivas al cuadro, los elevados, constantemente le está quemando la garrocha a los bateadores, su recta anda cercana a las noventa millas, pero su curva a la misma velocidad, su cambio a 86, su slider a 88, parece que Roberto esta con los Titanes de Fullerton lanzando en la universidad, por pura casualidad, le hace señas a Kaye para que mida el siguiente lanzamiento, Roberto aprieta el brazo, Kaye voltea la pistola de radar y le enseña el número 94, el parralense solamente asiente con la cabeza, Manolo no cree lo que sus ojos ven, ya tenía más de siete años que no veía lanzar a Roberto y lo que observa no tiene nada que ver con sus épocas en Parral.

Al llegar la sexta entrada está lanzando el perfecto, nadie le ha llegado a la primera ni ha otorgado base por bolas, sin embargo sus jóvenes compañeros, han conectado dos hits, pero sin significar una amenaza al rival, la pizarra marca doce ceros, el manager de la Once no digiere lo que ve, todos están asombrados por lo que están presenciando, muy lejos de ahí en Houston, esta Cipriano que le pidió a Alejandra le pusiera en internet el partido, no parpadea, pero no puede gritar de felicidad, quisiera levantarse y con el puño marcar un ponche de su hijo.

En la apertura de la novena, el ampáyer advierte que es la última entrada, el sol ya no cubre el terreno de juego, por lo que pronto el atardecer se convertirá en una luz naranja, después de un azul profundo hasta llegar la noche, el equipo de Talentos es dominado, para que Roberto venga a cerrar la conclusión del partido, para terminar sus 27 outs, 27 hombres, cero hits, cero carreras, en Houston, los aparatos que conectan a Cipriano empiezan a sonar, todos están alterados, las enfermeras llegan rápidamente a ver qué sucede, ven al paciente que balbucea, quiere hablar, su esposa está más que alarmada, no sabe qué hacer, retira la tableta en donde están viendo el partido, solo provoca que su marido se altere más.

Alejandra que no habla inglés, trata de calmar la situación, no se ha concentrado en el partido, solo se ha ocupado de que Cipriano vea la pantalla, al volver a colocar la tableta sobre la cabeza, Cipriano que ha asimilado el revuelo que ha causado con sus emociones, se tranquiliza, sabe que, si no lo hace, no le van a poner las imágenes, así que jala aire y los pitidos cesan, hay que prepararse para el cierre de la novena.

Sin ningún problema Roberto saca los tres outs de la última entrada, el partido termina en un empate, en un hecho inesperado, la Caja de Cerillos, explota, al felicitarlo sus compañeros de equipo, gritar de alegría, el rival se une al festejo, en las gradas, los privilegiados que tuvieron el honor de ver el Juego Perfecto, se quedan impávidos, solo atinan a aplaudir, Kaye que está pegado a la malla por el jardín  izquierdo, no sabe lo que pasa, vuelve a sentir que está en un paisaje surrealista, todo mundo festeja y el juego termina empatado, quiere comprender, pero no le alcanza, Manolo grita, salta como un niño, siente la hazaña propia, atrás de home hay una cámara, con pelota en mano, Roberto va y se la enseña, sabe muy bien que atrás está su Padre.

Otra vez en el cuarto del hospital vuelven a sonar las alarmas, cuando llegan, con la mano Alejandra les dice que no pasa nada, ya comprendió lo que está pasando: su esposo ya tiene una razón para vivir, solo hay que darle tiempo al tiempo.

A su regreso a Houston jubilosos en el cuarto del hospital, Alejandra, Cipriano y Roberto festejan: “Me acorde de ti Papa, cuando me decías que, en Santa, hay que lanzarles duro y pegado, si te van a dar que sea por el jardín izquierdo, porque elevado al derecho es jonrón en Santa”, su Padre mueve defectuosamente su mano derecha, y al hacerlo es señal de evolución, solo falta que lo den de alta para que inicie sus ejercicios, es tanto su alegría que sus ojos quieren estallar.

Cuando ya todo se tranquilizan y entran en silencio, Roberto se acerca a la cama, “Papa mañana me voy a México, por compromiso tengo que jugar, voy al Abierto de México, en lo que resta del año voy a estar yendo a jugar a Parral y participando en torneos por todo el mundo, no los puedo suspender, además de que no quiero, espero que lo comprendas!”, Cipriano moviendo la mano asiente, no hay reprobación, “Cuando ya puedas caminar, quiero por favor, no vayas a decir que no, quiero que todos me acompañen a un torneo, quiero que regresemos a Parral para que me veas en un juego… okey?”, Alejandra su Madre, respira hondo y profundo, por fin después de siete años, hay buenas noticias en la relación de sus seres queridos.

Al despedirse Roberto le dice a su Madre: “Aquí tienes la tarjeta de crédito es para ti, cualquier cosa que tu necesites, cualquier pago que hay que hacer, la utilizas por favor, quiero lo mejor para mi Papa, lo tenemos que rescatar, si él quiere, pones los juegos de México, si no, no hay problema, poco a poco nos vamos a ir acercando…”, antes de concluir sus palabras, Alejandra empieza a llorar, es lo que más desea que su hijo y esposo libren la batalla primero de la recuperación y luego salven sus diferencias.

Después de ganar el Abierto de México, el de Chile y el de Miami, Roberto aprovecha y regresa a Houston donde ya su Padre, en una casa rentada recibe terapia, su evolución es lenta, poco a poco está recuperando, “Hable con Manolo, me comento que si quiero ya no es necesario que vuelva a lanzar en la Liga Regional, que ya soy elegible para el Estatal… quiero jugar Estatal, como la ves?”, Cipriano en silla de ruedas, con la mano busca la de su hijo y le da su aprobación”, “Pero, pero a mí no me importa, aprovechando que estoy cerca de Parral, faltan 15 días para el Master de Montecarlo, el sábado vuelvo a Parral, voy a lanzar en el Valle… como la ves?, sin poder gesticular, solo con su movimiento en la mano, su Padre agradece el gesto.

“Pero antes de irme te tengo una sorpresa, ya vienen en camino Ximena, Sabrina, Miguel, tu nieto Pablo, se van a quedar contigo y yo me llevo a mi Mama a Parral para que descanse y de regreso aquí te la dejo… tienes que echarle muchas ganas, los médicos dicen que si no es necesario no viajes en avión, así que animo porque la familia te necesita sano y en Parral”, Cipriano al ver el esfuerzo de su hijo, la preocupación familiar, la solidaridad de todos en torno a él, lo único que hace es cerrar los ojos en señal de aprobación.

Al llegar a El Valle con su Madre, cuál es su sorpresa que hay medios norteamericanos y europeos, equipos de producción de las marcas con las que tiene contrato, entre las figuras extranjeras, divisa a su agente: Michael Brooks; “Que pasa?”, “Pues cuando me avisaste que venias a tu tierra, pues le avise a los medios, muchos se interesaron y aquí están, vienen a seguir tu aventura en el béisbol”, “A la otra me avisas”, el Parque José María Torres, muestra un lleno, pero de cámaras, de micrófonos, los valleros están asombrados, cuando al mediodía el vergel comenzó a llenarse de extranjeros y todos preguntaban la ubicación del parque de pelota, al saber la noticia, no lo dudaron, los medios locales anunciaron la salida al montículo de Roberto, de Santa Bárbara, del Oro, de Parral, comenzaron a llegar, inclusive de Jiménez, atrás de la barda camionetas con sombrillas, con asadores, atrás de la línea marcada para decretar bola muerta en los jardines, infinidad de sillas plegables, sombrillas, hieleras, jamás en su historia El Valle había tenido tal cantidad de visitantes, mientras los directivos que también fueron tomados por sorpresa se lamentaban que el costo del boleto fuera de diez pesos.

Ahora Roberto no lanza un juego perfecto, en la sexta entrada un menor de su equipo en la segunda comete un error, una rola se le va por en medio de las piernas, un silbido de desaprobación se oye en las gradas, sus compañeros ahora si batean y el marcador final es de 4 a 0, Talentos gana su segundo juego de la temporada con un sin hit ni carrera, cuando en la novena cae el out 27, un mar de reporteros, todos de cadenas internacionales, incluyendo ESPN, entran golpeándose por la puerta de atrás de home, otros entran por la tercera y primera, todos quieren las primeras impresiones de Roberto, no pueden!, la multitud de fanáticos no los deja, en hombros suben a Roberto para una vuelta olímpica.

La incursión de Roberto en la Liga Regional, ya no es privilegio de la región sur del estado, ahora es noticia mundial.

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