La Pera del Olmo

Ricardo Urquidi

Una tarde, allá por el 78 después de un partido de béisbol, Jaime y Octavio Alvidrez, Guadalupe Santiesteban, José Norberto Urquidi y demás tropa del Club 40-60, departiendo unas cervezas en el Cuarto Bat, preparando la próxima gira, el próximo torneo, satisfaciendo la amistad que los unía, se escuchó una propuesta de parte de Lupito, dueño de la cervecería: “Tengo unos familiares que nos pueden conseguir boletos para ir a ver a los Dodgers”, a todos les brillaron los ojitos, “Y además nos reciben en su casa, solo tenemos que pagar el camión”, los ojos se les salían ante la descomunal oferta, para luego volver a su lugar al meter la mano a sus bolsillos y no traer nada, así quedo el ofrecimiento en una simple ocurrencia de una borrachera.

Conforme avanzo la temporada, los Yankees y Dodgers acumulaban el mejor record de sus respectivas ligas, en aquellas épocas, solo existían series de campeonato, todavía no se implementaban las series de comodín y series divisionales, “Me volvieron hablar de Los Ángeles, que cuantos vamos a ir?”, recordó Lupito a los miembros más allegados del Club 40-60, nadie levanto la mano, mientras tanto en California se cocinaba la revancha, un año antes, Míster Octubre: Reggie Jackson en el juego sexto de la Serie Mundial le conecto a los estibadores tres vuela cercas en la casa que Babe Ruth construyo, los Mulos de Manhattan ganan el Clásico de Otoño.

En el último día de temporada los Yankees y los Red Sox después de una encarnizada recta final en Septiembre, quedan empatados en la Este de la Americana, todo se define en el Fenway Park en un juego de desempate con un HR de Bucky Dent para enfrentar a los Royals de Kansas City de  George Brett en la Serie de Campeonato de la Liga Americana, “Me hablaron de Los Ángeles, que si los Dodgers pasan a la Serie Mundial, tienen boletos para nosotros, que cuantos boletos necesitamos, a mí me gustaría ir, pero solo no voy”, desesperado Lupito vuelve a repetir, todos se animan y a todos los detiene los compromisos, El Pelia echa cuentas, hay que enviar la quincena para los hijos que estudian en México, la oportunidad es de oro y hay trenes que solo pasan una vez en tu vida, solo le falta lo principal: Que Tita le dé permiso.

Después de qué los Yankees eliminan a los Royals y los Dodgers a los Phillies, El Pelia y Lupito agarran el camión a El Paso, más de nueve horas, llegando a la frontera otro camión a Los Ángeles, más de quince horas, cuando llegan a la metrópoli angelina, ya perdieron la raya, los riñones no están en su lugar, las piernas están hinchadas, pero se les olvida cuando la comitiva de los Dodgers los recibe con boletos en mano, después de instalarse se van al Chávez Ravine para otras cuatro horas sentado, el resultado además de ser un triunfo para los oriundos de Brooklyn, es la más grande satisfacción de El Pelia y Lupito, es recordar cuando disfrutaban la Serie Mundial por radio en las voces de Buck Canel, Fray Nano, cuando fueron los primeros en Parral en ver por televisión un juego de Grandes Ligas, ahora están siendo testigos de la historia, es su primer juego de Grandes Ligas y es de Serie Mundial.

Al otro día, ya más repuestos del trajinar del viaje,  el resultado, el cumulo de emociones es el mismo, los comandados por Lasorda ganan el segundo, la revancha cobra vida, la serie se va a la ciudad que nunca duerme, mientras tanto los anfitriones en Los Ángeles, le tienen preparado al Pelia y Lupito, cerezas en el pastel, los llevan a Disneylandia, a los Estudios Universal, no falta una visita a la catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles, se van a Chinatown, a la Plaza Olvera, a Long Beach, después del tour turístico, los Yankees los vuelven a la realidad, ganan los tres en el Bronx, para regresar al Chávez Ravine y perder otra vez ante los Yankees la Serie Mundial por segundo año consecutivo en seis juegos, para El Pelia y Lupito la experiencia no tiene más dimensiones que agradecer a Dios, de que un ex trabajador de la Mina La Prieta y un empleado de la Presidencia Municipal tuvieran la fortuna de que los astros se alinearan y tener la oportunidad única de estar en una Serie Mundial.

Al regresar y compartir sus emociones, sus experiencias, El Pelia como un niño que se acaba de comer el más rico dulce, remata y concluye: “Disneylandia también es para adultos”.

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