Todo iba como en cualquier partido reñido, hasta que Martín Escapita conecta un elevado altísimo, casi alcanzando el espacio exterior. Jorge L. Vázquez corre hacia la pared con la velocidad de quien ha visto que quedan pocos tacos en la mesa del buffet y, con una maniobra digna de una película de acción, atrapa la pelota. La afición estalla en vítores, los niños agitan sus banderines, y hasta los vendedores de hot dogs paran un momento para aplaudir.

Pero entonces, Jorge Baca en tercera ve la oportunidad de hacer historia y sale disparado hacia home. Jorge L. Vázquez no duda un segundo y, con una técnica impecable, lanza un balazo digno de un cómic de superhéroes. La pelota viaja con tal velocidad que por un instante todos en el estadio sienten que están viendo un episodio de una serie de ciencia ficción.

Lo que nadie esperaba era el destino final de la pelota. En lugar de llegar al receptor, la bola toma un efecto loco y… ¡se estrella de lleno en la cabina de transmisión! Allí estaba el legendario Mike Orpinel (DEP), quien nunca imaginó que ese partido de béisbol cambiaría su vida para siempre. El impacto de la pelota le deja un diente menos y una revelación inesperada: ¡era el momento de estudiar odontología! Desde aquel día, decidió que su vocación no era narrar jugadas, sino arreglar sonrisas.

Pero lo más sorprendente de todo vino años después… porque el destino no solo le jugó una broma a Orpinel, sino también a Jorge L. Vázquez, el hombre que hizo ese tiro épico. Tal vez inspirado por su propia hazaña, Jorge siguió un camino inesperado y ¡también terminó convirtiéndose en dentista!

Así que, si alguna vez necesitas que te arreglen los dientes, recuerda que hay una posibilidad de que el responsable de tu sonrisa perfecta sea el mismo hombre que alguna vez tuvo un brazo tan poderoso que cambió el rumbo de dos carreras… de formas completamente inesperadas.

Por Manuel Armendariz Chavez y Cesar Molina

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