
Una Vida Marcada por la Pasión y la Familia
Alfredo Antonio Pérez Barraza, conocido cariñosamente como “El Pinono”, nació el 13 de junio de 1954 en Parral, Chihuahua, hijo de Alfredo “Keki” Pérez y Guadalupe Barraza. Desde muy joven aprendió el valor del esfuerzo y la tradición familiar, siguiendo los pasos de su padre en el béisbol profesional mexicano. Su camino, enmarcado por la dedicación a su pasión, se entrelaza con la historia de una familia unida en torno al deporte y la vida, contando también con la presencia de sus hermanos: Guadalupe, Arnulfo (epd), Amelia, Leticia y Gerardo Pérez Barraza. Su trayectoria no solo se define por las estadísticas o los triunfos en el campo, sino por la huella imborrable que dejó en quienes lo conocieron, quienes hoy celebran y recuerdan su esencia.
El Legado en el Diamante
El Pinono forjó su carrera en una época dorada del béisbol mexicano, jugando para equipos emblemáticos como Unión Laguna e Indios de Juárez. Durante su paso por las canchas, se destacó por su compromiso, su habilidad y, sobre todo, por reflejar la pasión heredada de su familia. Su labor en el deporte lo convirtió en parte de esos momentos históricos que animaron a toda una comunidad. Uno de los episodios más memorables fue el glorioso campeonato de 1982 de los Indios de Ciudad Juárez, un hito en el que el equipo se coronó campeón de la Liga Mexicana de Béisbol Profesional. Bajo la dirección del legendario José “Zacatillo” Guerrero, y con figuras destacadas como Terry Lee, Eduardo “Walo” Rivera, Jaime López, Lupe Valle y, por supuesto, Alfredo ‘Keky’ Pérez, entre otros, los Indios lograron una temporada notable con 73 victorias y 55 derrotas. Este logro no solo es una estadística, sino una representación del espíritu de lucha y la excelencia deportiva que El Pinono ayudó a cimentar en el béisbol mexicano.
Una Lección de Vida y Despedida
El 28 de octubre de 2017, el mundo del béisbol y, sobre todo, sus seres queridos perdieron a un hombre cuya existencia y trayectoria trascendieron las estadísticas del deporte. Hoy, en el séptimo aniversario de su fallecimiento, recordamos a Alfredo Antonio Pérez Barraza como un ser humano íntegro, que vivió apasionadamente cada instante y dejó un legado que inspira a las nuevas generaciones de deportistas. La partida de un ser querido genera una herida profunda en el alma, pero con el tiempo y a través del recuerdo se va transformando ese dolor en un homenaje imborrable lleno de gratitud por los momentos compartidos. Así, cada anécdota, cada victoria vivida en el campo, y cada enseñanza que dejó en la memoria colectiva se convierten en un legado eterno. En palabras sencillas pero profundas, confiamos en que Dios lo tenga en su Santa Gloria, y que su espíritu continúe iluminando los caminos de quienes lo amaron y admiraron.
Reflexiones y Enseñanzas
La historia de “El Pinono” nos invita a reflexionar sobre la dualidad de la vida: la pasión y el compromiso que se viven en el presente, y el inevitable adiós que marca el comienzo de un legado. Su trayectoria de jugador y su retorno a la vida normal en Chihuahua ejemplifican la capacidad de adaptarse, crecer y encontrar el equilibrio entre el sueño deportivo y la realidad cotidiana. La pasión que lo impulsó a dejar su huella en el béisbol profesional es, al mismo tiempo, una lección de perseverancia para todos aquellos que buscan seguir sus propios sueños, a pesar de las adversidades. Así, su legado no se limita a las canchas, sino que se transforma en un recordatorio del valor de la familia, la tradición y la resiliencia emocional.
Un Tributo que Invita a Recordar
En este día, cuando se conmemora el séptimo aniversario de su fallecimiento, es el momento idóneo para compartir recuerdos, historias y enseñanzas de un hombre que, más allá de sus logros deportivos, supo encender el entusiasmo y la admiración en quienes lo conocieron. Invitar a familiares, amigos y aficionados a revivir esos momentos inolvidables no solo honra la memoria de Alfredo Antonio Pérez Barraza, “El Pinono”, sino que también refuerza el mensaje de que la pasión y el compromiso, ya sean en el béisbol o en la vida, perduran en el tiempo y en el corazón de quienes se inspiran en él.
Este desarrollo no solo contempla los detalles biográficos y deportivos de El Pinono, sino que también se abre a reflexiones emocionales y filosóficas sobre el legado, la trascendencia del recuerdo y la importancia de honrar a quienes han sido parte de nuestra historia personal y colectiva






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